lunes, 16 de marzo de 2015



En esta ocasión, mi aportación esta basada en un documento publicado por Vía Campesina, titulado: "La vía campesina: Nuestras semillas, Nuestro Futuro", pues ha llamado mi atención al estar enfocado en la importancia del campesinado en la conservación y uso de las semillas, como pilares de la Soberanía Alimentaria.

De manera breve, trataré de comentar parte del contenido, al mismo tiempo que iré generando comentarios al respecto, que permitan ampliar un poco más el tema. 
 
                                                                                "Los campesinos del mundo son la última defensa contra la destrucción de las semillas."
 
Entender quienes son campesinos, resulta difícil en un entorno en el que la adaptación se ha vuelto una estrategia esencial para la sobrevivencia.

La agricultura campesina, esta compuesta por organizaciones campesinas, pequeños y medianos productores, mujeres rurales, comunidades indígenas, gente sin tierra (pero que labora en ella), trabajadores agrícolas migrantes y jóvenes rurales, todos ellos, encargados de producir más del 70% de los alimentos que se consumen en el mundo. De ellos, el 90% usan sistemas tradicionales de producción y, producen la mayoría de sus semillas. 
Antes de continuar, déjenme platicarles de manera rápida lo que es Vía Campesina.
Vía Campesina, es un movimiento internacional creado en 1992. Tiene como finalidad la coordinación y la defensa de los intereses básicos en favor de quienes forman parte de la agricultura campesina. Una de sus prioridades, la Soberanía Alimentaria.[1] 
Se entiende por Soberanía Alimentaria al derecho que tienen los pueblos, a definir su política agraria y alimentaria, sin necesidad de depender de otros países. En este sentido, la alimentación debe ser vista en principio, como una fuente de nutrición que debe ser garantizada a todos los individuos y después como parte del comercio. Desde mi punto de vista, no hay seguridad alimentaria mientras no se garantice la soberanía alimentaria de las naciones.
A nivel mundial, son contados los países que reconocen la Soberanía Alimentaria como parte de su marco jurídico nacional. Si le interesa saber más acerca del tema, les recomiendo el siguiente video.


 Ahora bien, retomando el documento de interés, presenta una serie de casos a nivel internacional donde se han generado mecanismos legales que benefician a monopolios de tecnología de semillas, ejecutados a través de las políticas nacionales. Entre las de mayor peso en todos los casos expuestos, destacan principalmente el Convenio de la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (también conocido como UPOV 91), y la Ley Monsanto[2][3], ambas estrechamente vinculadas con el mismo fin. A continuación, si esta información es de su interés, les recomiendo el video siguiente:

 
Ante estas situaciones, el documento nos muestra a través de los casos, las alternativas que se han propuesto en diversas partes del mundo, cómo es que funcionan y, cuáles son los resultados que se han obtenido hasta el momento de la publicación. De manera generalizada, un grupo de personas conoce y entiende el problema, posteriormente se divulga hacia la población rural y urbana el problema y las consecuencias que permitan generar consciencia entre los actores interesados. La formación de alianzas es lo más común, aunque se generan también grupos de trabajo, ong's, campañas y movimientos sociales movimientos sociales en contra de la subordinación y el control del sistema alimentario que termina por beneficiar únicamente a quienes desarrollan "nuevas tecnologías" con el material genético producido por campesinos dueños de un amplio conocimiento tradicional. En este sentido, el conocimiento tradicional adquiere un valor en el mercado que, a diferencia de las empresas multinacionales y la propiedad intelectual, no retribuye a quienes poseen, generan y transfieren este conocimiento a través de generaciones.
En el documento, se habla de la experiencia Purépecha con el Movimiento de las Comunidades Indígenas en Defensa del Maíz y de la Vida (2004) y el Comité regional de Agricultores Purépechas en Defensa del Maíz (2005). Las intenciones: hacer más rentable la siembra del maíz y cómo conservar las semillas propias, su manera de ser, de pensar, sus ideales y esperanzas. Las acciones antes mencionadas ha desarrollarse con el apoyo del gobierno del estado. Los resultados, diversos proyectos, entre ellos educación y ferias del maíz, actividades productivas alternativas (producción agroecológica), así como de búsqueda de valor añadido.


Capacitación
Comparación de variedades

Actualmente, de acuerdo con lo que se presenta en dicho documento, se continúa trabajando con el campesino para fomentar la calidad del maíz, sin perder la visión de regresar a la milpa. Además, se práctica la selección de manera participativa, donde los agricultores seleccionan las variedades de maíz junto con investigadores, desarrollando materiales, sanos, atendiendo a las necesidades de la comunidad.

Maíz.

La información presentada en este documento, con respecto a México es mínima, lo que me incita a profundizar un poco más.

Buena parte de la población tanto urbana como rural, ha escuchado decir que productos como los transgénicos (organismos genéticamente modificados), no son buenos. Esto se lo debemos a diversas  organismos, campañas informativas, debates, medios de comunicación, academia y por si fuera poco, ferias donde se revaloriza el maíz como elemento fundamental no solo de la dieta (más de 600 productos), sino también de la cultura del mexicano.[4][5] Desafortunadamente, a pesar de estas consideraciones, es preciso señalar que el problema aún continúa latente.
La contradicción de las leyes en el país, aunado a políticas públicas que tratan de desestructurar las actividades primarias de la economía, traen como resultado una reducción de la actividad campesina o en su defecto, la reconversión productiva/económica de aquellos que no migran. Un ejemplo de esta contradicción, es por un lado, el reconocimiento del derecho humano a la alimentación (después de más de 60 años) y, por el otro, la introducción de organismos genéticamente modificados "de manera legal" aunado a que ya, desde la primera década del siglo XXI, se había encontrado contaminación genética en maíces nativos del país. Cabe mencionar que, este tipo de tecnologías, tiene presencia en México desde hace más de 20 años, por lo que los permisos solo vienen a ser una excusa para legalizar lo que ya se viene haciendo desde hace mucho tiempo.
Actualmente, sobresalen los permisos y autorizaciones para maíz y soya, éste último en la Península de Yucatán, poniendo en riesgo una actividad económica tan primordial en la región, como lo es la apicultura, atribuirse como una de las causas de la muerte inesperada de las abejas y colmenas.
 
La muerte de las abejas, se ha adjudicado a diversas propuestas, entre ellas, estrés ambiental, uso excesivo de ciertos pesticidas y agroquímicos en exceso (principal característica de la agricultura industrial), bacterias (Paenibacillus sp.), ácaros (Varroa sp.), entre otros patógenos no menos importantes. Hoy, Bacillus thurigiensis,[6][7] recibe una atención particular pues se cree, podría tener una relación más directa de lo que parece con lo que se conoce como Colony Collapse Disorder (CCD), al tener propiedades insecticidas.
 
Polinización en árboles frutales.
Ésta posible amenaza contra las abejas, traería grandes consecuencias para nuestras semillas, plantas nativas y domesticadas. De acuerdo con cifras publicadas por la Comisión Nacional para el Conocimiento y el Uso de la Biodiversidad (CONABIO) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), hay entre 286 y 345 especies de plantas comestibles, donde del 80 al 86%, depende de un polinizador, entre ellos las abejas.[8]
 
 
Finalmente, me gustaría comentar que, aunque el documento es sustancioso, la información que presenta solo refleja el trabajo que otros países hacen por defender sus semillas nativas donde se conservan sus raíces de cultura e identidad. Si bien, no presenta conclusiones, tras la lectura, se puede deducir que:
 
   - La conservación, uso y aprovechamiento de las semillas nativas, son la base de cualquier sistema   alimentario en el mundo, la historia lo ha demostrado.
   - Es indispensable generar leyes que permitan reconocer los derechos de los campesinos a conservar, utilizar, intercambiar, vender y proteger sus semillas.
   - Los campesinos a través del tiempo han venido manejando el riesgo ante las adversidades que se les presentan, a través del conocimiento tradicional intergeneracionalmente heredado.
   - El mercado quiere hacernos creer que la tecnología tradicional de los campesinos es incipiente para los problemas que están por venir, viendo en ello una oportunidad en beneficio de los que más tienen.
 
Termino mi aportación diciendo que, la nueva tecnología, no es más que la compilación del conocimiento tradicional, evaluada en laboratorio, modelizada en campos experimentales y empaquetada para ponerla a disposición de los propios campesinos pero con una marca que le agrega valor al conocimiento, en un ciclo, donde el campesino paga por usar su propio conocimiento.


Los dejo con una frase que podría hacernos reflexionar más profundamente acerca de la situación en la que estamos inmersos y dice:
 
 
                                                                   "Aquel que puede controlar la producción de alimentos,  es capaz de controlar al mundo".
 
 
¿Lo seguiremos permitiendo?
 
 
 

 

 
 


[2] Para más información, consultar http://www.jornada.unam.mx/2005/01/22/023a2pol.php
[3] http://redendefensadelmaiz.net/2012/02/la-ley-monsanto/
[4] Turrent Fernández A., Wise, T. A. y Garvey, E. (2012). Factibilidad de alcanzar el potencial productivo de maíz de México (Reporte 24). Massachusetts: Global Development and Environment Institute. www.ase.tufts.edu/gdae/Pubs/wp/12-03TurrentMexMaize.pdf
[5] Fernández, S. R., Morales, C. L. A. y Gálvez, M. A. (2013). Importancia de los maíces nativos de México en la dieta nacional. Una revisión indispensable. Rev. Fitotec. Mex., 36(Supl.3-A), 275 – 283.
[6] www.ibt.unam.mx/computo/pdfs/libro_25_aniv/capitulo_27.pdf – Soberón, M. y Bravo, A. (2007). Las toxinas Cry de Bracillus thurigiensis: modo de acción y consecuencias de su aplicación.
[7] www.ars.usda.gov/SP2UserFiles/Place/20200500/Tabash%20Pone2014.pdf
[8] www.sagarpa.gob.mx/ganaderia/Documents/2015/APICULTURA/Notiabj%202015-1.pdf
 



 



 

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