Plantas silvestres comestibles
Dicen que viajar es una forma
diferente de aprender. Eso asentó muy bien con una de mis últimas experiencias
que, me ha dado la oportunidad de observar al mismo tiempo la grandeza de
nuestro entorno y, a la vez, la extrañeza (en un sentido ideológico) de la diversidad
biológica y cultural presente en nuestro país. Por un lado, una abundante vegetación que
inundaba mis ojos de una profunda belleza dejándome maravillado y,
por el otro, los efectos visibles de la actividad humana al modificar el
ambiente. Esto seguramente para muchos parece normal, sin embargo, lo confuso
es cuando se ven estas dos caras de la realidad en un mismo espacio geográfico.
En esta ocasión, basándome información de la tan afamada Ethnobotany Journal, daré respuesta
a una inquietud que se ha formado a partir de la experiencia antes mencionada:
si
bien, muchas de las plantas encontradas en los mercados tradicionales son
colectadas y/o cultivadas y cosechadas en la milpa, el traspatio o el huerto, ¿Dónde quedan aquellas plantas silvestres que son comestibles?
Muchos de nosotros, tal vez tendríamos
miedo a probar plantas silvestres, por diversas causas, entre ellas la inseguridad de no conocer
la planta, la desconfianza que tenemos a la persona que las vende o simplemente por su aspecto que no la hace apetecible, menos al no saber que hacer con ella.
¿Qué creen? No todo es lo que parece.
De acuerdo con una revisión que
he realizado antes de escribir esta nota, estas plantas, juegan un papel muy
importante en el suministro alimentario de las familias de los medios rurales,
especialmente durante los periodos de escasez, incluso, tienen valores socioculturales, ecológicos, económicos y nutricionales muy
interesantes. Desde el punto de vista
nutricional, las partes útiles de estas plantas van desde tubérculos, tallos,
hojas, raíces y granos, hasta sustancias que emanan de éstas como la savia.
Muchas de las plantas silvestres colectadas por poblaciones indígenas para su
suministro alimentario, se ha comprobado que contienen abundantes componentes fenólicos y antioxidantes
(incluyendo vitaminas y minerales), que se han asociado a la protección y
tratamiento de condiciones médicas como enfermedades del corazón, cáncer o
diabetes. Cabe mencionar que muchas de ellas tienen también potencial para
otras actividades económicas o como parte de la cultura material e inmaterial
de las sociedades tradicionales.
Económicamente, se ha encontrado
que son ocupadas tanto por familias con altos ingresos como por aquellas
con bajos ingresos, aunque en diferente medida, según la región, la temporada,
el tiempo disponible para colectarla o la cantidad de ingresos disponible para
comprarlas, entre otros.
En algunas sociedades, la explotación de estos recursos se
convierte en una fuente complementaria de los ingresos económicos de la familia.
Entre las principales amenazas de esta actividad, resaltan la deforestación, la
expansión de áreas cultivadas, cambio de uso del suelo, la sobrexplotación (no
solo de los locales, sino también de personas ajenos a la comunidad), el mal manejo (métodos,
prácticas inadecuadas y desconocimiento de la especie), así como algunos tipos
de animales.
Actualmente, por los problemas que
acontecen principalmente en el medio rural, se hace necesaria la creación y
mejoramiento de políticas y leyes que involucren a todos los interesados, no
solo en la conservación de recursos silvestres, sino también en la distribución
justa y equitativa tanto de ingresos como de recursos naturales disponibles para
la producción de alimentos que permitan mejorar las condiciones y la calidad de
vida de los pobladores rurales.
Si bien, esta vez he realizado una nota un poco más corta de lo acostumbrado, considero que permite enfatizar el campo de acción que aún tiene por delante la etnobotánica, para incidir de manera positiva sobre la seguridad alimentaria de las poblaciones rurales.
¡Es momento de buscar soluciones
locales a problemas locales!